Niños, juegos y naturaleza. Para quienes les gusten estos
tres elementos, monitor
de campamento es el trabajo perfecto y la temporada estival, su
época estrella. Empresas, comunidades autónomas y asociaciones
independientes como los scouts ponen en marcha su maquinaria para que,
de cara al verano, los menores puedan escaparse en sus vacaciones para
hacer nuevos amigos y disfrutar del aire libre mientras sus padres
continúan trabajando en la ciudad. Eso sí, siempre bajo la atenta mirada
de estos responsables cuyas funciones abarcan desde planificar y desarrollar
actividades de tiempo libre con contenido lúdico-educativo, como
vigilar a los niños o fomentar su sociabilidad.
Pero no todo el mundo puede aspirar a este trabajo. Antes
es necesario haber obtenido el certificado de Monitor de Ocio y Tiempo Libre
que expiden sólo las escuelas reconocidas por cada comunidad. En
Madrid, Cruz Roja es una de ellas. Según explican desde la institución,
los requisitos para poder matricularse es haber cumplido los 18 años o
cumplirlos durante el curso «sobre todo de cara a la parte práctica,
ahí ya deben tener los 18 años». Además, es obligatorio que los
aspirantes tengan el título de graduado escolar.
Formación
La duración del curso es de 150 horas teóricas y 120 prácticas a las
que, para poder superar el curso, los futuros monitores deben asistir al
menos al 90 por ciento de ellas. En el caso de los cursos impartidos
por Cruz Roja, los asistentes además se llevan un certificado de
Primeros Auxilios ya que entre su formación se incluye un bloque sobre
este tema. Tras las clases teóricas, los alumnos deben presentar su
proyecto. En función de ello realizarán las prácticas. Sólo después y
como paso final, los monitores presentan una memoria y el certificado de su tutor de
prácticas, con lo que obtienen su título de monitor.
«El perfil de la gente que se presenta a los cursos para
ser monitor está entre
los 17 y los 20 años o algo más», dicen desde Cruz Roja, aunque
también reconocen que hay excepciones. Sus cursos, de cara a la etapa
estival, se han llenado pese a costar 290 euros. «Tenemos 25 plazas por
curso y siempre se llenan», aseguran. Acaban de hacer cuatro. Aparte,
organizan campamentos en los que siempre dejan varias plazas reservadas
para aquellos que están en prácticas. El resto de los monitores son
voluntarios.
La monitora Marta Etreros
Pasa lo mismo en los scouts. Marta Etreros, una monitora de
24 años, se formó en la escuela scout «Insignia de Madera» y desde
entonces ha pasado por muchos campamentos. «Dos meses antes de que empiece se planifican
las actividades y se cuadran con los demás grupos y monitores»,
explica. También se marcan unos objetivos que pueden ser tanto
educativos como focalizados en las experiencias y valores que quieren
fomentar en los niños. Día a día, tras finalizar cada actividad, se
evalúa. De esa forma, cuenta Etreros, las modifican o no el siguiente
año.
«Te sientes muy bien cuando tiempo después los chavales se
acuerdan de ti», asegura la monitora, aunque reconoce que lo mejor es
compartir la experiencia con sus amigos. «Lo peor es el tiempo que te quita, que
es mucho». Porque no es tan sólo los días que dura el campamento, sino
toda la preparación y organización previa.
A su cargo, en torno a 10 niños. Aunque depende de la
normativa de cada Comunidad Autónoma, el requisito habitual es contar
como mínimo con un
monitor por cada 10 participantes, siendo Aragón la única
Comunidad que permite uno cada 12. Sin embargo, existen diferencias en
función de la edad, ya que cuanto mayores son los niños, más se permite
ampliar su número por monitor.
Remuneración
La remuneración varía en función de cada campamento. Raquel
Jiménez Ferreira, monitora en campamentos y ludotecas, lo sabe. Lo
habitual es que se sitúe entre los ochocientos y los mil euros por quincena, y
tanto el transporte como el alojamiento y la comida están incluidos.
«Hay que tener en cuenta que hay que estar pendiente durante todo el día
de los niños», explica.
No obstante, los coordinadores de campamento cobran algo más, pero el
título es diferente al de monitor. Mientras los monitores se hacen
cargo de un número reducido de niños, los coordinadores son los
responsables últimos de todos, además de los monitores, de las
instalaciones y de las decisiones de última hora.
Etreros recuerda cuando un año les sorprendieron unos
vientos huracanados de 180 kilómetros por hora en el campamento. Fue el
coordinador el que tuvo que tomar la decisión de evacuarlo ante el riesgo que
suponía continuar allí, especialmente porque los campamentos scouts no
se asientan en estructuras fijas, sino en otras que montan ellos mismos.
Contratación
Es habitual que las empresas que ofrecen formación para ser
monitor de tiempo libre también organicen sus propios campamentos. Esta es la
manera más directa no sólo para conseguir prácticas durante la formación
sino para que, de cara al verano, sean esas empresas las que soliciten y
reserven plazas para quienes fueron sus alumnos.
No obstante, la lista de empresas que organizan campamentos
es larga y, además del certificado, las empresas buscan unas
habilidades determinadas para la contratación. Así, un monitor debe ser dinámico, buen organizador y buen
comunicador, además de creativo. También debe saber animar y
motivar, tener madurez psicológica y afectiva y saber relacionarse en
grupo.