Dos de los ejes que han marcado el pontificado de n.s.b.a. cardenal Martínez Sistach, han sido la pax sistachiana y el laportista grito de "que no estamos tan mal".
Esos son los grandes méritos que nuestro arzobispo se atribuye, aunque
nada más lejos de la realidad. Es cierto que no han habido las
convulsiones y revueltas que azotaron los años del pobre Don Ricardo y
anteriormente los de Don Marcelo, porque nuestro prelado como buen
discípulo de Don Narcís Jubany ha aplicado la misma fórmula: "Dáles casi todo el poder, haz guiños al nacionalismo y te dejarán tranquilo".
Al final ha resultado que se ha conseguido no sólo la paz (de los
cementerios) sino también la unidad: todo el clero, tanto el progresista
como el conservador está igual de desanimado y desmotivado, y todos
están de acuerdo en una cosa: no les gusta la forma de llevar la
diócesis del cardenal (aunque lógicamente por motivos diferentes). Además de la falsa paz, nuestro
arzobispo ha lanzado una verdadera cruzada para intentar demostrar al
mundo entero que la imagen desastrosa que se tiene de la Iglesia en
Barcelona y en general de Cataluña no es correcta, que -según él- no
estamos tal mal como parece y que las cosas aquí van mucho mejor de lo
que todo el mundo cree. Para defender esta increíble afirmación saca a
relucir unos datos que provocan verdadera risa a cualquier persona que
conoce la realidad pastoral catalana. No nos habla de índices de
participación en la Santa Misa, de vocaciones, de cruces en la
declaración de la Renta, de alumnos que optan por la clase de
religión... Nos habla de que son muchos los catalanes que van a escuelas
"religiosas" (?), a Universidades cristianas (?), a centros lúdicos
vinculados a la Iglesia (esplais, escoltes...), o participan de los
centros culturales católicos (?). No
hace falta entretenerse mucho para recordar como las escuelas y
universidades teóricamente "cristianas" han abandonado totalmente el
espíritu evangelizador de sus carismas fundacionales, y se han
convertido en simples centros de gestión educativa, donde el único dios
al que se adora es el del nacionalismo, por convencimiento propio o por
las subvenciones que reciben ("qui paga mana"). De los centros
culturales parroquiales o católicos, más de lo mismo, el clero por
vaguismo se los dejó escapar de las manos y ahora son entidades que van
por libre, y que no aceptan ninguna injerencia moral de la Iglesia,
además de ser también adoradores de "la nació" y finalmente los esplais y escoltas. Sólo hace falta ver el logotipo de la Coordinació catalana de colònies, casals i centres d'esplai
que pertenecen al MCEC (Moviment de Centres d'Esplai Cristians) para
darnos cuenta de que la colocación de las letras para que se pueda leer
claramente "Nació catalana" no es casual.
Pero
vayamos a los "escoltas" que tanto bien han hecho al catolicismo
catalán y en donde se han formado tan buenos cristianos (esto Sr. Jordi
Pujol no va por usted). Ya hace tiempo que el declive había empezado,
pues muchos "Agrupaments" habían substituido la palabra "Dios" por
"Trascendencia" (término etéreo en el que puede caber cualquier cosa)
posteriormente eliminaron de su logotipo la cruz de Sant Jordi e incluso
el nombre de "San Jordi".
Antiguo y actual escudo de los escoltas "cristianos"
Pero la culminación de
este proceso de descristianización ha sido la aprobación de fusión de
los "escoltas" teóricamente cristianos con los que se definen, incluso
específicamente en su logotipo como aconfesionales (véase el dibujo que
encabeza el artículo). Así se aprobó en Terrassa el pasado 8 de febrero,
los tres movimientos escoltas "Minyons escoltes i guies" los "Escoltes catalans" y "Acció escolta de Catalunya", ya son una unidad. ¿Como queda el tema de la fe? Pues lógicamente mal, ya que la propuesta de unificación nos dice que "se
enfocará el trabajo de la espiritualidad desde una propuesta abierta,
aceptando la diversidad de opciones y respetando la libertad individual y
de cada "agrupament". Es decir que lo que hasta hace poco era
teóricamente confesional (digo sólo teóricamente) ahora debe respetar la
libertad, la diversidad y la apertura, es decir, que cada uno haga lo
que quiera y de aquí cuatro días ya no quedará un sólo "agrupament"
confesional.
Por
suerte, como sucede con Asterix y Obelix siempre hay un grupúsculo que
se resiste a la dominación secularizadora, y en el caso de los escoltas
en Cataluña tenemos afortunadamente los "Guias y Scouts de Europa en Cataluña",
un movimiento escolta valiente y claramente confesional, pero como
acostumbra a suceder en estos casos cuenta con la indiferencia, por no
decir el desprecio, del cardenal y de su equipo de gobierno. No son
nacionalistas, no se ocultan de su fe, participan en actos de defensa de
la vida y la familia, y celebran las oraciones y el Sacrificio
Eucarístico con la máxima dignidad, nada que ver con el estilo "kumbayá"
de Morlans y compañía. Por eso cuando nuestro cardenal dice que "no estamos tan mal", hay que decir: "Estamos peor".
Lo poco que quedaba de teóricamente cristiano en la sociedad catalana
se va diluyendo como un azucarillo con el paso del tiempo. Queda mucho
de aquello de "inspiración cristiana", o de "valores cristianos" sobre el papel, pero eso en la realidad es "la nada con gaseosa". Antoninus Pius