Hoy abundan los mensajes en las redes que nos animan a destacar para
no pasar desapercibidos. Nos animan a sacar brillo a nuestro discreto
potencial hasta que cause admiración en otros. Nos animan a reaccionar, a
responder incluso con una especie de grosera violencia, a no callar.
Casi nadie se sentiría hoy atraído por la imagen de aquel borreguito
que anunciaba el jabón para ropa delicada; y muchos sí por la del
tiburón de la famosa película. La mansedumbre y la humildad no son
virtudes muy de moda, pero sí muy necesarias si se quiere ser
verdaderamente humano. Dejando aparte múltiples especies de vanidades
que hoy en día navegan por las redes y por los medios, hay algunas
vanidades en la sociedad actual que pasan incluso por valores virtuosos.
Por ejemplo, el presumir de “nacionalismo”.
Veamos. El famoso escritor, judío-vienés, Stefan Zweig (1881-1942), creyó intensamente en un europeísmo contra el nacionalismo. Afirmaba con contundencia: “Por
mi vida han galopado todos los corceles amarillentos del Apocalipsis,
la revolución y el hambre, la inflación y el terror, las epidemias y la
emigración; he visto nacer y expandirse ante mis propios ojos el
fascismo, el nacionalsocialismo, el bolchevismo y, sobre todo, la peor
de todas las plagas: el nacionalismo, que envenena la flor de nuestra
cultura europea”. Cita de su autobiografía, publicada póstumamente, “El mundo de ayer. Memorias de un europeo”.
Nuestra democracia fue alumbrada en un pacto ejemplar que dio lugar a
lo que, seguramente, ha sido un buen ciclo de nuestra historia: la
Transición. Aunque con sus defectos, casi todos por el buenismo a la
hora de tratar las autonomías, en un mundo cada vez más globalizado, o
la ley electoral, en pocas palabras. ¿Dónde están ahora las necesarias
mimbres para trenzar las oportunas canastas?
“Vanidad de vanidades, todo es vanidad”, dice la Escritura. Y
continúa, ¿qué provecho obtiene el hombre y la mujer de todo su trabajo y
luchas con que se afanan debajo del sol? Generación va, y generación
viene; más la tierra siempre permanece. Son preguntas que se hace Qohélet sobre el sentido de la vida; o sobre la existencia o no de una lógica en lo que ocurre en nuestro planeta.
Un cordial saludo a los lectores y lectoras de IDEAL en Clase.
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