Voces autorizadas

Hace unos años en Europa había unas voces, en todos lados, que hablaban y eran unas voces importantes. Estas eran las voces de los líderes más respetados y cualificados. Ahora parece que hay menos voces verdaderamente cualificadas... Y también se acompañan de una especie de ruido que no dice nada. O de un silencio que mira al vacío. O del horroroso estruendo de una guerra dentro de Europa. 

¿Dónde hay voces como las de la Europa moderna del último tercio del pasado siglo? Por nombrar algunas, como las de Willy Brandt, Margaret Thatcher, François Mitterrand, Jacques Chirac, Juan Pablo II, Mijaíl Gorbachov, Helmut Kohl, Gerhard Schröder, Lech Wałęsa, Sandro Pertini y un larguísimo etcétera. ¿O ya nos hemos olvidado? Sí, con sus muchas luces y sus sombras, iluminaron el pensamiento y la valía de Europa. Si miramos el arte, la arquitectura, la música, y también la cultura política, es imposible negar el profundo impacto que la cultura y la política de Europa ha tenido y tiene en el mundo. Se ha dicho muchas veces que Europa culturalmente hablando es una síntesis entre Atenas, Roma y Jerusalén, a través de la filosofía griega, el derecho romano y la religión judeocristiana. 

Hace unos años en Europa había unas voces de personas formadas por la vida, por el sufrimiento, por el trabajo, con el peso de las experiencias. Eran líderes, con sello de autenticidad, y daban tranquilidad al promover la prosperidad y marcar el camino de un futuro esperanzador... Es decir, como dicen los filósofos: de la posibilidad, que puede ser o no ser, de las oportunidades de posibles cambios que pueden verse afectados por el pasado y el presente. Pero, en todos lados que hablaban eran unas voces importantes, eran las voces de los líderes más respetados y cualificados.