"La estrella de oriente se posó sobre la plaza: cuentecillo navideño", de Antonio Alaminos en varios diarios como, 'Diario de Ávila', Etc...; Martes 24 (Nochebuena) de Diciembre de 2024.- ¡Feliz Navidad y Venturoso 2025 para todos!
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"La estrella de oriente se paró sobre la plaza: cuentecillo navideño"
El día de Nochebuena no
salimos de casa por la tarde. Había que terminar de poner el nacimiento. Y
además hacía bastante frío. Nos lo pasamos muy bien con el serrín, con el
musgo, las figuritas de los pastores y las ovejas. Pero lo más divertido,
y a la vez lioso, fue cuando no apareció en su caja la estrella de Belén, la
que guía a los Reyes Magos hasta el portal. Yo ya sabía que se había
perdido porque me lo había dicho el día antes en la calle un señor con larga
barba blanca que llevaba un periódico bajo el brazo. Me dijo que se lo
contara a la familia. Y que lo que el mundo necesitaba era una estrella nueva
para volver a encontrar el camino de Belén. Que la habíamos ido apagando
poco a poco con la violencia y mundanidad de nuestra forma de vida.
Así que, todas las estrellas de oriente habían desaparecido. Nadie encontraba
la suya. Ni en las tiendas había. Todos los belenes estaban sin
estrella. ¡Vamos un follón de cuidado!
Llegó la noche,
escuchamos el mensaje regio por la tele y después cantamos villancicos, con
zambombas, carrañacas y panderetas. En la cena la conversación giró en torno al
misterio de la desaparición de las estrellas en los belenes y de que debía
haber más niñas que se llamen Estrella. Cerca de las doce salimos
abrigados hacia la Misa del Gallo. Íbamos con paso ligero por la calle para
llegar a tiempo a la parroquia. Nos encantan los villancicos de la Misa de
Pastores que todos los años allí se cantan acompañados del órgano. Es una
música que llega al alma cuando la imagen del Niño Jesús es depositada en el
pesebre que preside el altar.
Pero al llegar a la plaza
la vimos muy iluminada. ¡Nos paramos en seco! Miramos hacia el cielo y, ¡nos
quedamos boquiabiertos! Sobre nuestras cabezas estaba parada una gran
estrella con su larga y brillante cola. ¡Era la estrella de Belén! Lo
iluminaba todo. Y más, mucho más allá. Las personas, tiritando de
frío, salían a las ventanas y balcones a ver el prodigio. Los niños gritaban
alborozados. En los belenes de cada casa había aparecido una nueva estrella de
Belén. En el fondo era la misma de siempre, pero era un signo para indicar al mundo
que la humanidad necesita cambiar: fuera guerras, hambres, paro, contaminación,
mentiras, inculturas y trifulcas. Venga la humildad de Belén, su amor,
cariño y ternura. ¡Ojalá siempre fuera Nochebuena! ¡Y felices Pascuas a
los lectores y lectoras!
ANTONIO ALAMINOS LÓPEZ